Taller Denia
La intervención de este espacio, un antiguo gimnasio, viene dada por la necesidad de encontrar un local luminoso, céntrico y muy amplio para nuestro estudio de diseño y que también pudiese funcionar como espacio cultural para exposiciones de arte, conferencias o eventos, presentaciones de producto, etc.
Al tratarse de una planta baja del edificio y una nave al fondo, con estructura metálica que ocupa el patio de manzana, la altura del local, marcada por esta cubierta de cuchillos metálicos, hacía viable una segunda planta y, por tanto, multiplicaba sus metros cuadrados en un espacio a doble altura.
Se mantuvo la estructura original de la nave, aunque se debió sustituir toda la cubierta.
Esto favoreció que se pudiese separar el cerramiento del muro final, logrando un patio rectangular ajardinado al fondo, con parras trepadoras y plantas aromáticas, que permite una óptima ventilación e iluminación.
Para corregir la asimetría de la nueva cubierta respecto a la construcción interior, se realizaron dos rasgaduras de policarbonato translucido a modo de lucernarios.
Quizá lo más llamativo de este espacio es su distribución del espacio interior.
Trabajado desde el fondo hacia la entrada, su estructura claramente marcada recoge los puestos de trabajo, colindantes al patio para aprovechar al máximo la entrada de luz natural, y está construida enteramente en madera de abeto a doble altura con forma de cubierta a dos aguas.
En planta baja se sitúan cuatro despachos individuales, y sobre estos un espacio de trabajo para ocho personas repartidos en dos largas mesas, espacio al que se accede por una escalera metálica elevable (una función extra que permite la circulación alrededor de los despachos cuando se realiza alguna exposición, mientras impide que se acceda a la zona superior en esos momentos de aglomeración)
Esta construcción de abeto que alberga los despachos se va descomponiendo a medida que avanza hacia el centro, en piezas esquemáticas que siguen reproduciendo el dibujo básico que todos asociamos con la construcción típica, la silueta de una casa dibujada por un niño.
Éste esquema va desdibujándose hasta desaparecer en el centro, para volver a agruparse a la entrada, esta vez en forma de caja de madera de dimensiones más reducidas, que sirve de preámbulo y escaparate desde la calle.
En la zona intermedia se sitúa el espacio común, zona de reuniones y relax, con el office en uno de los lados y encerrado en una caja de la misma madera, con puerta que permite esconder todos los elementos de la cocina para que no sean vistos cuando no están en uso.
La gran armariada longitudinal que alberga los aseos, zona de reprografía y almacenaje de catálogos y muestras, está delimitada por unos portones pivotantes con bastidor de madera de abeto y policarbonato translúcido.
La zona central diáfana, modulable con paneles móviles, sirve como espacio de reuniones y biblioteca, y se sitúa adyacente a la zona de archivo y a la pequeña cocina privada.
El espacio restante, diáfano, se utiliza para exposiciones o actos culturales esporádicos.
Todo el espacio de uso comunitario se unifica con la utilización de un pavimento continuo autonivelante de base cementosa, que otorga a todo el espacio un aspecto limpio e infinito.